Laila Tafur

LAILA TAFUR. Nací en Granada, fui estudiante de intercambio de danza en La Universidad de Arte de Reykjavik y La Politécnica de Lisboa y finalmente me licencié en Coreografía en el Institut del Teatre de Barcelona. En 2017-18 cursé el Máster MPECV del Reina Sofía y la Universidad de Cuenca, donde comienza mi interés por la canción y la aproximación amateur a la producción de conocimiento. Esta investigación continúa en el PEI del MACBA entre 2020/21, donde mi implicación con la encarnación del pensamiento crítico creció. Este estudio ha tomado el nombre de “Carne de Canción”, haciendo convivir la aproximación amateur a la producción sonora, con el oficio de bailarina profesional en el que sí predomina la especialización y la aspiración a la maestría. Mis trabajos en solitario se llaman “Mi arma”, un western flamenco, premiado como bailarina sobresaliente en Masdanza 2012; “Susobras”, sobre la propia danza, un trabajo muy meta y “Monstruo”, sobre lo indecible, lo salvaje e indomesticable, nominado a los premios de la crítica de Barcelona como mejor solo y mejor intérprete 2018. Con “Drone”, gané el premio a mejor intérprete en el Certamen Coreográfico de Madrid 2015. Todos estos trabajos se han desarrollado gracias al apoyo de Masdanza, Certamen Coreográfico Madrid, Graner, Sismograf, La Caldera, Barceloneta, Colectivo rpm, C3A, Teatro Pradillo, Leal Lav, Espaço do Tempo, American Dance Festival, y han sido presentados en numerosos festivales. Como intérprete he trabajado para Xavier Le Roy, Janet Novas, Jerome Bel, Albert Quesada, Lipi Hernandez, Carmelo Fernandez o Charo Martín. Actualmente combino mi trabajo de creación con el de docente en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga.
JONDO CASERO, BAILES DE IDA Y VUELTA

¿Qué puede haber de «jondo» en los bailes «chicos»?
Pues ni un pelo, como no sea para los de su casa, «jondo casero» para una familia que tenga tan poco sentido de la sobriedad que llegue a emocionarse con esos bailarines, tan poco sobrios como ellos, que no saben hacer más que «monerías» retorciéndose y haciendo muecas con la cara.
Menos bromas, señores, que el arte «jondo» es una cosa muy seria.
Vicente Escudero “Mi baile”
Deseo apropiarme de esos bailes «chicos», bailes que no son suficiente, que son poco serios, sobrios o puros, bailes que son poco. Deseo apropiarme del término y poner en valor al mil leches de lo bastardo, que gracias a su no hermetismo y promiscuidad, deja entrar otros tiempos y lugares actualizando la identidad de lo tradicional. Pues es en esa doble temporalidad, en esos mecanismos de construcción ficticios entre lo tradicional y lo novedoso, donde fabricar unos bailes de ida y vuelta en los que se encuentre el folclore de un grupo humano marginal asentado en un territorio concreto, el flamenco, y lo que podría ser el folclore de la post-modernidad, la danza contemporánea. Desde ahí, practicar la convivencia de ambas gramáticas de movimiento, archivos musicales de cada uno, compartir el contexto de cada mundo y usarlo como dramaturgia, como rito y fiesta, relacionar estéticas para sostener o no la necesidad del argumento. Del tablao al teatro, de la disco a la cueva, del gremio a la afición, de la profesionalización a la fiesta improvisada.
Carne de canción

El baile es mi oficio, la cosa que yo practico, donde aspiro a cierta maestría. La danzante experta desea la aparición de una forma en un cuerpo, baila en la brecha de una u otra posibilidad. Se mueve entre la abundancia y la falta, con todo, la chicha y la ficción. Aprende a sostenerse en la desestabilización. En el encuentro con la canción, la danzante se lanza también a lo todavía no producido pero desde una lógica aún más distante. Es una osada, hace como si sí supiera y lo consigue hacer. Como el ignorante de Ranciere, titila entre el saber y el no saber colándose en ambos, mezcla cosas estando atenta a los afectos y su brújula es el placer contenido en el hacer. De este modo cualquier plan o teoría es susceptible de ser actualizado por la práctica, manteniéndose siempre y todavía por definir.
La danzante-cantante se vuelve audaz en su estudios de erudita ignorante, si la vida grita ella canta la canción de la fricción entre formas y las fuerzas, entre la carne y el significado, entrando en la potencia del tutti froti, clamando la urgencia por encontrar otras prácticas y otros modos de producir conocimiento, agrietar los estatus y disciplinas gracias a aquello que está al alcance de la mano, sosteniéndose en el juego y el placer.
2016
Cúmul

Cúmul es un trabajo que surge de la curiosidad por la formación de figuras geométricas, en concreto figuras relacionadas con los fractales.
Estudiando estas formas, hemos identificado ciertos patrones y roles. A partir de estos roles, hemos creado nuestro propio código, el cual, trasladado al cuerpo y al movimiento nos ha dado un lenguaje compositivo específico.
Profundizando el concepto de los fractales llegamos a descubrir la espiral de Fibonacci y en consecuencia la Sucesión de Fibonacci, en la que basaremos nuestro trabajo.
Decidimos desarrollar una serie de estrategias y juegos en torno a esta sucesión. Creamos una serie de normas muy estrictas que a través de su engranaje pasan a ser nuestro propio lenguaje.
En esta residencia participan Aïda Guirro, Elena Lalucat, Laila Tafur, Marta Gálvez y Ana Isabel Guerrero.